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Dar es Salaam

Trinidad de Cuba

La larga calle empedrada que parte desde la Plaza Mayor llevaba a sus habitantes directamente al mar, allá cuando fue fundada por el siglo XVI. Hoy queda el adoquín de la calle pero el mar se encuentra un poco más alejado. Son evocaciones de cuando los bajeles atracaban a por azúcar y tabaco y la tripulación se desperdigaba en busca de placer.
La villa de la Santísima Trinidad de Cuba es un lugar repleto de santeras y santería. Todas ellas vestidas de blanco prestas a sacarte algún espíritu maligno, o a degollar un gallo para regarte con sus esputos sanguíneos la camiseta retro de Barcelona 92. Las viejas en una esquina de la lúgubre habitación sestean impasibles mientras le dan una calada al aromático puro.

Allí te contarán que los orishas son hombres divinizados después de muertos según el experto Jaime Carbó “el orisha es una fuerza pura, inmaterial, que solo puede ser percibida por los humanos si se toma posesión de uno de ellos. El candidato a la posesión, elegido por el orisha, es uno de sus descendientes. Este es un parentesco espiritual en Cuba, mientras que entre los africanos era de sangre”.
Si se quiere sincretismo religioso aquí tenéis una buena dosis con los orishas más conocidos en Cuba:
Aggayu Solá. (San Cristóbal) Orisha de la tierra seca, del desierto. Patrón de los caminantes, de los automovilistas, de los aviadores y de los estibadores. Patrón de la ciudad de la Habana.
Babalu Ayé. Orisha de las enfermedades venéreas, de la lepra, de la viruela, y en general de las dolencias y afecciones que parece el género humano.
Changó. Orisha mayor: Dios del fuego, del rayo, del trueno, de la guerra, de los ILÚ BATÁ (tambores) del baile, la música, y la belleza viril. Patrón de los guerreros y de las tempestades.
Erinle. Arcángel Rafael. Médico de la Ocha. Dueño del río y de los peces; patrón de los médicos. Su día es el 24 de octubre.
Ikú. Es la muerte. Sale por las noches a decidir quién morirá. Se refugia en botellas vacías, por lo que no deben dejarse botella destapadas en la habitación donde hay un enfermo.
Ochosi. Ochosi es el mejor de todos los cazadores y sus flechas no fallan nunca. Sin embargo en una época la espesura del monte le impedía llegar hasta sus presas.
Ochún. Orisha del amor, del matrimonio y del oro, símbolo de lo femenino. Es la más bella y joven de los Orishas.
Oko. Orisha de las labores del campo, tiene poderes para provocar y detener la lluvia.
Olorun. Es el sol,
Yemayá. Es la Orisha madre de todos los orishas puesto que reina en el mar, donde nacen los caracoles que se usan en el diloggún. Es la más respetada del panteón yoruba. Es orgullosa y arrogante, especialmente cuando se enfada.

Trinidad, otrora feudo de piratas y corsarios, es hoy una bella estampa del pasado colonial. Sus edificios barrocos y neoclásicos así lo atestiguan. Recorrer sus calles es rememorar la época en que los conquistadores se asentaban a golpe de arcabuz por estos preciosos parajes. Construyeron iglesias y casonas con su adornado patio interior para dirigir todo el cotarro colonial. Luego llegarían los negros a las plantaciones para llenar el latifundio de sudor, vudú y explotación del hombre por el hombre.

A pocos kilómetros del casco urbano se encuentra las playas de Ancón y María Aguilar que son de arena fina y se sitúan frente a un hotel revolucionaros, de esos a los que lleva el regimen a los buenos trabajadores y defensores de la Revolución.
A esta parte de la isla le baña ese Caribe acogedor que convierte en un gozo supremo un baño a los ocho de la mañana, algo impensable en otros lugares del mundo.
Gastronómicamente hablando Trinidad es uno de los mejores sitios de Cuba para degustar productos del mar. Su langosta a la plancha es realmente exquisita. Al fondo se oirá un quinteto cantando guajiras al ritmo de los clavos melódicos de un mulato de la Sierra de Estambrey.

Cerca de Trinidad pasa el famos tren de Santa Clara, el lugar donde el Ché ganó la más celebre batalla de la Revolución y desde lo alto de su famosa torre Manaca-Iznaga se divisa el peculiar valle de los Ingenios. Un ingenio es un centro donde se centraliza y se recoge la zafra de la caña de azúcar, después se transforma en el elemento dulzón más famoso del mundo.

Trinidad, por tanto, es un mix entre el histórico adoquín, la negra animista, el puro de los veteranos revolucionarios, la iglesia colonial, el patio ornamental, la penumbra de una espaciosa habitación durante la siesta, el recuerdo corsario y la calamitosa y dependiente zafra.

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